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LAS LEYES SOBRE ALIMENTACIÓN SALUDABLE SE DEBEN CUMPLIR

Rafael Carles

mano de un infante alcanzando fresas sobre una encimera de cocina

 

Lo hemos dicho antes y lo repetimos nuevamente: las leyes de un país pueden que existan, pero eso no significa que funcionan. Similar un letrero de ALTO bien ubicado en una intersección, no significa que alguien no lo vea, se lo pase y provoque un accidente.

Desde hace más de cuatro años existen en el país dos leyes que en principio son correctas y debieran producir bienestar para la sociedad. El problema es que no funcionan porque las autoridades no han tenido la iniciativa ni la valentía para implementarlas. Allí están la ley 75 del 15 de noviembre de 2017 “que establece medidas para promover la alimentación adecuada y estilo de vida saludable en los centros educativos”, y la Resolución 049 del 30 enero de 2018 “que emite las Guías Básicas para la Oferta de Alimentos Saludables en Kioscos y Cafeterías de Centros Educativos”. Ambas son muy buenas, pero han sido pasadas por alto —tanto por agentes económicos insaciables, directores de escuelas inescrupulosos y padres de familia despreocupados.

En temas de salud, nutrición y alimentación ya todo está casi escrito. Existen cientos de estudios, miles de publicaciones y cualquier cantidad de conferencias y vídeos que demuestran de manera puntual y transparente que las enfermedades crónicas no transmisibles son prevenibles cambiando hábitos malsanos hacia estilos de vida y consumo saludable. Es decir, dejar de fumar, evitar comida chatarra y hacer actividad física.

Pero eso por sí sólo no funciona, requiere ayuda y concientización. Por un lado, se necesita la acción de las autoridades para regular la oferta y la publicidad de cigarrillos y alimentos procesados. Por el otro, es preciso sensibilizar a la población, incluyendo padres de familia, estudiantes, maestros y directores de escuelas, sobre los factores de riesgos y la enorme presión que causan estas enfermedades crónicas a las personas. Enfermedades que en 2016 representaron 15,200 de las 20,000 muertes en el país (27% cardiovasculares, 17% cánceres, 16% afecciones perinatales y nutricionales, 10% lesiones, 7% diabetes, 6% respiratorias y 17% otros padecimientos no transmisibles). Se estima que 5,100 vidas se pueden salvar para el 2025 si comenzamos todos a gestionar los aspectos relacionados con los factores de riesgos sugeridos por la OMS.

Y algo muy importante que muchas veces también pasan por alto y es la enorme presión que tienen estas enfermedades sobre la economía del país al aumentar el gasto directo en salud, crecer la discapacidad y mortalidad prematura, reducir el crecimiento económico y disminuir la inversión en salud, y aumentar la población de enfermos y bajar la productividad nacional. En Panamá, por ejemplo, esta carga se eleva a más de mil millones de dólares por año en concepto de gastos en atención médica y cuidados por discapacidad.

Por eso, como Movimiento de Alimentación Saludable decidimos buscar un camino para llegar a la gente y concientizarlos sobre esta realidad, y encontramos que la alimentación en las escuelas es un mecanismo efectivo para sensibilizar a las personas, porque no creemos que haya un alma tan perversa en este mundo que quiera honestamente desearle algo malo a un niño en su etapa escolar. Por tanto, es momento de apiadarnos todos, incluyendo autoridades, productores, industriales, comerciantes, maestros, médicos, nutricionistas, padres de familia, clero y demás miembros de la sociedad civil, y apoyemos para que estas dos buenas leyes se cumplan a cabalidad.

Tal vez nuestro diseño del mundo no coincida en todos los aspectos con la forma en que algunas compañías han construido sus imperios ni con otros que se han aprovechado de las circunstancias y han amasado fortunas a costa de la tragedia humana. Pero en este tema preciso de la alimentación escolar, es mejor que todos estemos alineados y claros con respecto a las consecuencias. Porque por un lado, el funcionario que permita la entrada de comida chatarra a una escuela está cometiendo una falta grave. Y por otro, el agente económico que insista en vender una lata de soda o un simple “meneíto” está flagrantemente quebrantando la ley.

Como miembro de un Movimiento que promueve la alimentación saludable en Panamá, y que desde ya nos hemos auto designado “vigilantes” de la comida que se consume en los kioscos y comedores escolares de todo el país, advertimos que el primero que sea visto en actitud desafiante, ya sea vendiendo sodas o haciendo publicidad de comida chatarra en ligas deportivas dentro de los predios de una escuela, será asoleado en el más intenso calor de la opinión pública y denunciado ante las autoridades por la faltas que ha cometido. Y no pararemos en este esfuerzo hasta que todos, absolutamente todos, estén alineado con los preceptos básicos que establecen la Ley 75 y la Resolución 049. Porque con la comida de los niños, y sobre todo de niños en una escuela, no se juega.