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VENTAS DE SODAS EN CAÍDA LIBRE

Rafael Carles

La noticia llegó a oídos de las autoridades federales de salud como un balde de agua refrescante: los estadounidenses están tomando mucho menos gaseosas de lo que solían. Los nuevos números, según la publicación Beverage Digest, muestran una tendencia de 20 años continuó que se extiende hasta el año pasado.

El consumo de bebidas gaseosas, las cuales incluyen las bebidas gaseosas azucaradas, refrescos dietéticos y bebidas energéticas, se redujeron en un 1.5% en comparación con 2014. Ese es el 12vo año consecutivo en que las ventas de bebidas no alcohólicas han caído. Hay algunos matices sobre la tendencia general en donde se destaca que Coca-Cola y Pepsi están por debajo de las perspectivas de crecimiento, mientras Fanta se ha posicionado como una de las bebidas favoritas para los consumidores hispanos y está por encima de los pronósticos de ventas.

Al mismo tiempo, el interés por los impuestos a las sodas está creciendo. Filadelfia, San Francisco y una serie de otras ciudades de Estados Unidos están llevando adelante propuestas serias. En otros países, los impuestos a las sodas también están burbujeando. Gran Bretaña a partir del 2017 espera unirse a las filas de México, Chile, Francia, Dinamarca y Noruega donde ya existen tasas impositivas al azúcar y comida chatarra.

Los defensores de los impuestos de soda manifiestan que es una manera efectiva de reducir el consumo de bebidas azucaradas, el cual está vinculado a la obesidad, diabetes y caries dental. La industria de bebidas continúa con su posición y señala que la evidencia aún no es contundente y que la actividad física es un criterio de mayor importancia que la dieta. Pero también hay quienes están vendiendo la idea que un impuesto a la soda es una buena manera para que los gobiernos recauden dinero y sufraguen campañas educativas para mejorar la alimentación en escuelas.

El aumento simultáneo del impuesto a los refrescos y la disminución de las ventas de refrescos no puede ser una coincidencia. Sencillamente, la gente se ha dado cuenta de la naturaleza dañina de estos productos y la nueva generación de consumidores está creciendo más informada y menos enamorada con las bebidas azucaradas. Pero la industria y los políticos siguen en busca de encontrar un mecanismo para revertir esta tendencia y comenzar a vender más sodas.

Al final, nadie sabe qué pasará. Esperemos que se imponga el sentido común por parte de la población y la buena voluntad y responsabilidad social por parte de la industria. Sin embargo, cuando las ventas van a pico y los cantos de impuestos se escuchan en corredores y salones, las empresas se ponen nerviosa. Parecido a cuando arrinconan al tigre, que es muy peligroso porque nadie sabe lo qué hará, contra quién atacará y con qué se saldrá. Por eso, los consumidores debemos hacer lo propio y estar preparado. Por ahora y felizmente, el asunto empieza a vislumbrarse tal como se planeó: la demanda caerá primero en los Estados Unidos y después en el resto del mundo. Seguiremos informando.