Hace unos días escribí sobre los beneficios de no comer el desayuno. No culpo a la comida en sí. El problema es lo que nuestra industria alimentaria industrializada nos dice que debemos comer todas las mañanas.
La idea del desayuno típico de tocino frito, panqueques de harina blanca bañados en jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, cereales azucarados con leche y pasteles... eso es lo que me mortifica. Sin ofender a nadie que pueda disfrutar de esos alimentos, esa no es la manera correcta ni saludable de iniciar el día.
Me da risa cuando los hoteles se promocionan y ofrecen desayuno gratis. Lo hacen porque saben que la mayoría de las personas mueren por el estómago y consideran normal el comenzar el día con una sobredosis de azúcar, harina blanca y carne frita. Pregunto, ¿qué pasaría si empezáramos el día con frutas y verduras?
Iniciar el día consumiendo comida saludable no significa boicotear el desayuno del todo. Solamente recomendamos ingerir alimentos saludables, en suficiente cantidades de acuerdo al metabolismo de cada persona y no pasar hambre hasta que llegue la hora del almuerzo. Si practica deportes o actividad física, es posible que necesite una buena dosis de calorías por la mañana. Pero si su cuerpo comienza el día lentamente o en un escritorio, es posible que se sienta mejor si come liviano. Incluso, cuando come tarde por la noche, es posible levantarse sin hambre a la mañana siguiente. El estómago requiere de un descanso de al menos 8 horas y ese tiempo comienza a correr al momento que ingiere el último bocado en la noche.
Escuche a su cuerpo y aprenda a cuidarlo. Una sugerencia ganadora para las mañanas es comer frutas y té de hierbas. Por más de 40 años hemos llevado esta rutina y pensamos que es lo más saludable que hacemos durante todo el día. Comer frutas y vegetales enteras o en forma de jugos o batidos con nueces, semillas, aguacate, coco y otras grasas saludables. Y se puede ser creativo usando leche de almendra, guineo, dátiles y berries.
Créanme, este sistema ayudará a mejorar su nutrición, al tiempo que impulsará la desintoxicación del cuerpo.
Tal vez algunas personas no cambien su rutina porque tal vez están acostumbrados y su estilo de vida no se lo permite. Bueno, si es así, por qué entonces no consumir una versión más saludable del desayuno tradicional. Si le gustan los bagels o las tostadas, pruebe las opciones de granos integrales germinados y sírvalas tostadas con aguacate, sal, jugo de limón y una pizca de sus especias favoritas. Pruebe la avena con nueces y semillas para obtener grasas saludables. Si le gustan los huevos revueltos, opte por huevos criados en pastos e incluya muchas verduras. Si le gustan los panqueques, haga algunos con harina integral o de almendras. Si desea cereal frío, busque opciones con una baja proporción de azúcar a las calorías totales. Algunas granolas y mueslis tienen un alto contenido de nueces y semillas, mientras que otras están llenas de azúcar. Lea las etiquetas y practique el discernimiento. Para un poco más de dulzura, agregue algunas rodajas de manzana.
Repito, no estoy en contra de los desayunos tradicionales. Es la industria y los fabricantes de comida procesada los que nos han metido la publicidad por los ojos y en el camino han alterado la forma de comer bien. Y empezar el día según esos criterios, de llenar la panza con lo que es más fácil, resulta que a larga es dañino y promueve enfermedades.