Luego del anuncio a inicios de mes del ministro de Salud, Miguel Mayo, que más de la mitad de los panameños sufren de enfermedades crónicas prevenibles, participé en un panel sobre obesidad y nutrición. Con cinco personas alrededor de la mesa, era difícil participar pero hice lo mejor que pude.
El tema central de la conversación fue si la obesidad es el resultado de los genes o del medio ambiente. Si se tratara de genes, entonces procedamos a encontrar un medicamento y resolver el problema. Y si se tratara del medio ambiente, las cosas aquí se complican bastante porque todavía no existe un producto farmacéutico que pueda resolver un problema que ha originado la enorme disponibilidad de comida procesada que existe a costos bajísimos y en porciones agigantadas.
Los genes son importantes, por supuesto; no todo el que come en exceso aumenta de peso. Sin embargo, las tasas de sobrepeso comenzaron a notarse justo en los últimos 30-40 años, un tiempo muy corto para que haya cambiado la genética. Ciertamente, mientras los científicos trabajan sobretiempo para encontrar una píldora mágica y rentable al problema, la gente tiene que encontrar una forma de manejar el entorno y evitar comer alimentos procesados en exceso.
Por eso estamos a favor de políticas y medidas gubernamentales que permitan mayor disponibilidad y accesibilidad a los alimentos saludables, que van desde las restricciones a la comercialización de comida chatarra a los niños hasta la eliminación de los subsidios agrícolas. Estoy seguro que podemos pensar en más medidas y estoy recogiendo una lista para enviarlas a las autoridades. Por lo cual, si tienes algunas sugerencias, se las vamos a agradecer.