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La Hora Sagrada de Comer

Rafael Carles


De todos los rituales que una familia pueda tener a la hora de comer, el sentarse al frente del televisor resulta el peor que puedo imaginar. No sólo desvirtúa el sentido de la mesa sino que altera los nervios, interrumpe la conversación y deja a merced del narrador o locutor el ánimo y ritmo de la comida. Afortunadamente, esa decisión fue tomada en mi casa hace años y el televisor está ubicado a una buena distancia de la mesa, donde nadie lo ve ni escucha.

Esto es muy diferente a que, conscientemente, se planifique una reunión o fiesta en torno al televisor e incluyamos bebidas y picadas. Viernes en la noche era siempre una ocasión propicia cuando niño para reunir a los primos y tíos a ver una película de largo metraje o el partido de la semana de béisbol. Con el pasar de los años, las actividades alrededor del televisor incluyeron conciertos de Rock & Roll que pasaba el antiguo canal SCN, peleas de Durán en vivo con Tomás Cupas y partidos de la Copa del Mundo de futbol con Edmundo Vargas.

Recuerdo entonces que las comidas preferidas para esas ocasiones eran las pizzas del Sorrento cuando quedaba ubicado en Vía España al lado del bar La Mina o comida oriental del antiguo restaurante Gran China de Avenida Balboa. Reitero, eran momentos especiales y lo del televisor no era algo permanente.

Por eso, bajo ninguna circunstancia, en estos tiempos de estrés cuando más necesitamos de la tranquilidad para vivir saludablemente, permitimos que la hora de comer sea secuestrada por un canal de televisión o un noticiero estelar. Tendría que ocurrir algo muy serio, una noticia muy trascendental o un evento deportivo extraordinario para alguien nos pare de la mesa y nos siente al frente de un televisor mientras comemos los alimentos. La hora de comer es sagrada y debería ser siempre utilizada para eso: ingerir alimentos tranquilamente, sin altibajos ni emociones que comprometan el inicio de los procesos de digestión y asimilación.

Por eso, si usted es una persona que consume alimentos al lado de un televisor, no se queje de sus dolencias ni cuando se sienta mal.