Me encanta ir de compra al supermercado y pasar por la fila de los cereales, sólo para observar con minuciosidad el empaque y leer las etiquetas. Me sorprende la forma en que se utilizan las leyendas y declaraciones de propiedades saludables para promocionar estos productos procesados. Y me pregunto cada vez qué cosas nuevas inventarán sus fabricantes y con las cuales me encontraré la siguiente vez que pase y mire las estanterías. Con esas cajetas coloridas y bien diseñadas son, en su forma extraña de decir verdades a medias, una manera controversial de mirar dónde nos ha llevado la industria de alimentos. Los cereales representan lo mejor del pensamiento de los vendedores sobre cómo llegar a comer un producto procesado y a creer que son buenos para la población e insistir en que no hay nada mejor para el desayuno.
Afortunadamente, con el conocimiento recabado en los últimos años a raíz de la epidemia de obesidad y la crisis de diabetes y otras enfermedades no transmisibles, ahora es más fácil encontrar opciones más saludables. Todo lo que tenemos que hacer es mirar al fondo del supermercado donde generalmente arrinconan las frutas y vegetales, y ver que allí encontramos las mejores alternativas para promover salud y prevenir enfermedades. Igualmente, si a usted le gustan los cereales, pues escoja aquellos que tienen una lista corta de ingredientes, con mucha fibra y no mucha azúcar. Y si además le gustan los cereales dulces, siempre es mejor opción añadir su propia azúcar. Escoja cereales de alto contenido de fibra, cereales integrales que con un poco de leche de almendra, frutas y otros productos naturales, hacen del desayuno una comida potente y nutritiva. Por supuesto, mucho más nutritivo que un simple bagel o un pedazo de pan fabricado con harina blanca procesada cargada de grasas y azúcares.
Próxima vez que usted vaya al supermercado, dese una vuelta por la fila de los cereales. Y por favor no llore de tristeza o perplejidad si lee las etiquetas y mira los empaque. Es mejor reírse y dirigirse al fondo… allá donde guardan los productos no subsidiados y que son los que realmente nos dan vida.