La meditación ha sido utilizada por siglos para inducir la relajación física y la tranquilidad mental. Ahora más reciente, los estudios además nos dan luces sobre su potencial para tratar problemas de salud y curar una gran gama de enfermedades. Algunos expertos incluso han demostrado que la meditación ayuda a reducir la presión arterial en adultos jóvenes con riesgo de hipertensión arterial, aliviar la ansiedad y reforzar la calidad de vida en pacientes con cáncer, y reducir la incidencia, la gravedad y la duración de las enfermedades respiratorias agudas como la gripe. Una revisión de un estudio realizado en 2014 informó que la meditación y otras terapias mente-cuerpo pueden ayudar a aliviar algunos de los síntomas comunes de la menopausia como los sofocos y la pérdida de apetito sexual.
La meditación ha sido estudiada por muchos años para el tratamiento de muchas otras condiciones, y debemos reconocer que algunos estudios están plagados de inconsistencias y que los beneficios observados a menudo son modestos. Sin embargo, en todos se observa que la meditación reduce la severidad de los síntomas y la gravedad de la ansiedad y depresión. Además, existen pruebas suficientes para recomendar la meditación para aliviar los dolores musculares, dejar de fumar y para gestionar la hiperactividad con déficit de atención. La razón de esto obedece a que la meditación produce cambios en los circuitos cerebrales implicados en la regulación de las emociones y reduce los marcadores de inflamación y estrés hormonal.
Aunque no exista un protocolo general autorizado por los médicos, la meditación sin duda es una herramienta particular que cada persona debe encontrar su nicho para aprovechar su dinámica y curar las enfermedades que hoy padecemos. No hacerlo sería desaprovechar un regalo de miles de años de historia y medicina natural.