Ya vieron por qué la autoregulación no aplica para algunas empresas.
Próximamente en su supermercado más cercano, el nuevo cereal Baby Shark. Así lee el anuncio de Kellogg sobre su nuevo productos para niños pequeños.
Yo no sé ustedes, pero yo estoy un poco fuera de este tema. Nunca he escuchado la canción, Baby Shark, ni tampoco nunca había oído sobre la historia que se reseña en las nuevas cajetas de cereal de Kellogg, dirigido a niños pequeños.
Supongo que la canción si le gusta a los niños y no se si a los padres les importa o no. Aquí lo único que importa para Kellogg es que compren sus cereales.
Traté de averiguar sobre su contenido nutricional, busqué la información de la etiqueta en Internet pero no pude encontrarla. Aparentemente el cereal no estará disponible hasta mediados de septiembre. Pero muy escondido en la página web encontré la siguiente información: un tercio de taza del cereal proporciona 150 calorías, 190 mg de sodio y 15 gramos de azúcares. Genial, 40% de las calorías provenientes de azúcares.
Es decir, otro cereal azucarado para niños, y este para niños súper pequeños.
Sin duda, las compañías de alimentos comercializan directamente a los niños. Si tenías alguna duda al respecto, aquí está tu mejor evidencia.
Por eso hay que las autoridades deben crear medidas impositivas, prohibitivas, regulatorias, sancionatoria o de cualquier clase, con tal de evitar que productos azucarados de esta naturaleza lleguen alegremente a los niños, ahora dizque disfrazados y con canciones de tiburones felices. Vergüenza les debiera dar.