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¿Hay alguna esperanza de que la comida escolar mejore en algún momento?

Rafael Carles

IG-7

Una madre de familia comenta que el año escolar está a punto de iniciar en un par de semanas y pregunta: ¿Hay alguna esperanza de que la comida escolar mejore en algún momento?

Sí, la hay. La revolución alimentaria llegó a Panamá y ha estado por varios años empujando el tema de la comida saludable en los comedores y kioscos escolares. Ya existen varios colegios (por cierto, todos privados) que han entendido esta realidad y hoy día sus estudiantes comen alimentos buenos, se sirven ensaladas, terminan lo que piden, todo dentro del período típico de almuerzo de 30 minutos. Y ni una sola lata de sodas o un “nugget” de pollo frito a la vista. Los maestros en esos colegios aseguran que los niños se comportan y aprenden mejor, no saltan por las paredes después del almuerzo y muestran menos signos de trastornos alimentarios.

Pero eso no fue espontáneo. Dar ese paso requiere de un director comprometido, un especialista dedicado en brindar un buen servicio de alimentación escolar y al menos algunos maestros y padres de familias que se preocupen por lo que comen los niños. Si la gente que brinda el servicio de alimentos sabe los nombres de los niños, es una señal buena. Con tales elementos en su lugar, la comida será real y sabrá lo suficientemente bien como para que los niños quieran comerla.

Pero la revolución alimentaria escolar puede hacer más.Puede convertir la cafetería en un momento de enseñanza. Lo descubrí en la universidad hace muchos años cuando vi lo fácil que era aprender química y biología a través de la nutrición. Al final del día, todos comemos y todos necesitamos comida.

Las escuelas pueden usar lo que se sirve en el almuerzo para enseñar la composición química de los alimentos y sus efectos biológicos. Pueden usar recetas para enseñar matemáticas, elección de alimentos para enseñar ciencias políticas y toda la experiencia de comer para enseñar literatura, inglés o idiomas extranjeros. A los niños se les puede enseñar acerca de las plantas y animales comestibles, cómo se producen y los costos monetarios, laborales y ambientales asociados.

Individuos y personas como usted pueden hacer que esto suceda. El modelo que existe en la mayoría de escuelas en Panamá no es adecuado. Todavía la alimentación es un asunto de conveniencia para los que brindan el servicio y no de nutrición para los que se comen la comida. Todavía sodas y comida chatarra abundan en el menú y los niños no se están nutriendo correctamente.

Aunque muchas escuelas no están equipadas para cultivar o cocinar alimentos, aún pueden producir comidas saludables que los niños quieran comer. La semana pasada me reuní por teléfono con Ruth Díaz, de la Fundación Prenauta en España, quienes trabajan un programa de almuerzos escolares involucrando celebridades para producir cambios revolucionarios en las comidas escolares españolas que, increíblemente, ya eran peores que las nuestras a pesar de sus raíces mediterráneas y la abundancia de productos saludables. De verdad me gustan las ideas de la Fundación Prenaura y por eso en la primera semana del próximo mes de abril, un grupo de chefs de ellos encabezados por Xanty Elías (presidente de la Fundación) serán recibidos acá por Mario Castrellón y miembros de la Fundación Movimiento de Alimentación Saludable para evaluar la posibilidad de adaptar ese programa y panameñizarlo lo más posible y ayudar a mejorar la alimentación de los niños en las escuelas.

Pero lo primero es buscar y encontrar la voluntad de las autoridades para prohibir de inmediato la comida basura de los predios de las escuelas. Es hora de que nos deshagamos de las máquinas expendedoras y todo lo que compite con las comidas escolares saludables. Si hiciéramos eso, no tendríamos que tener todos esos argumentos basados en nutrientes sobre lo que está permitido en las máquinas expendedoras. ¿Los niños necesitan agua? ¿Qué tal si arreglamos las fuentes de agua potable o suministramos recipientes de agua filtrada que se pueden sacar del grifo, como he visto que se hace en varias escuelas donde existe conciencia de salud.

Y por supuesto, hay que enseñar a los niños sobre la comida. Enseñarlos a crecer, cocinar y probar la comida, y nunca volverán a ver la comida rápida o la comida "solo para niños" de la misma manera.
Los funcionarios de nutrición del Ministerio de Educación deben salir de sus oficinas refrigeradas y meterse más en el calor de las cocinas escolares, muchas de las cuales necesitan desesperadamente más dinero para operar. También, el gobierno debería aceptar la invitación del Movimiento de Alimentación Saludable de Panamá para construir más huertos escolares y fiscalizar sus kioscos con la tropa de nutricionistas que conforman su membresía.

Estas son grandes ideas, pero no creo que todas se puedan hacer todas juntas. Por ahora es esencial que las leyes que existen se cumplan y apliquen. La Ley 75 de 2017 que establece los requisitos para la operación de kioscos y comedores es clara en cuanto la lista de productos prohibidos. Todavía no entiendo, salvo que haya un negocio criminal paralelo, del por qué las sodas se siguen comercializando en los kioscos escolares.

Nuestro sistema actual es muy burocrático y enormemente costoso, y no hace lo suficiente para evitar que los niños coman chatarras. Este sistema es la causa del 72% entre los adultos y 40% entre los jóvenes del sobrepeso y obesidad en Panamá.

El año escolar comienza pronto. Aquí hay una oportunidad para que sea el mejor en muchos años.

Si tiene alguna pregunta sobre alimentación y nutrición, envíelas a lifeblends@gmail.com y trataremos de responderla