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Campaña Movámonos

Rafael Carles

IG-7

Campaña Movámonos

La pregunta de hoy es: ¿qué opina de la campaña “Movámonos” que la ex primera dama Michelle Obama tuvo contra la obesidad infantil? No dice mucho sobre la comida chatarra o la comercialización de alimentos. ¿No es esto una evasión de responsabilidades?

Como escéptico que suelo ser, no tuve más que aplausos por la decisión del gobierno de Obama de adoptar la obesidad infantil como causa oficial de la primera dama. El legado de Lady Bird Johnson son las flores que florecen en Washington todos los meses de abril; el de Betty Ford fue crear conciencia sobre la adicción cuando buscó ayuda y reveló públicamente su larga lucha contra el alcoholismo y el abuso de sustancias; y el de Michelle Obama fue el florecimiento de una mejor salud para los niños de esa nación.

La verdad es que Obama fue audaz en no confrontar las realidades políticas. Ella llamó a su campaña "Movámonos" en lugar de "Comamos menos comida chatarra". Sus objetivos fueron muy claros y su campaña tuvo como meta mejorar la alimentación en las escuelas. Sentó en la misma mesa a diversos grupos: presionó a las agencias gubernamentales para que tomaran medidas, exigió promesas del Congreso para facilitar que los niños comieran comidas a bajo costo en las escuelas, e hizo que su esposo creara un grupo de trabajo para abordar formas de prevenir la obesidad infantil.

Además, pidió a los grupos empresariales y profesionales que hicieran más para ayudar a los niños a comer mejor. A mí en lo particular me impresionó su discurso ante la Grocery Manufacturers Association, que representa a los fabricantes de alimentos y bebidas procesados. Con un tacto magistral, Obama insistió en que la asociación reconsiderara por completo los productos que ofrecen, la información que brindan sobre estos productos y cómo comercializan esos productos para nuestros niños. "Los padres queremos garantías de que las empresas de alimentos dejarán de enseñarles a los niños que es bueno tener alimentos y refrigerios salados y azucarados todos los días”.

Es verdad, ella evitó meterse con los impuestos a las sodas y otras medidas que podían facilitar que los niños y los padres elijan mejor los alimentos, pero por lo menos llamó la atención del público sobre la obesidad infantil de una manera nueva y fresca. Nada más consideremos contra quién se enfrentó y a quién dirigió su campaña. "Prevenir la obesidad significa comer menos, a menudo mucho menos, de comida rápida procesada, refrigerios y refrescos". Esto puso a los fabricantes de tales alimentos en un aprieto imposible. Comer menos no es bueno para los negocios.

Aparte de cerrar, ¿qué más pueden hacer esas empresas para ayudar? Bueno, para empazar pueden reformular sus productos para hacerlos un poco más saludables. Pueden dejar de comercializar sus productos directamente a los niños. Pero esto también es malo para los negocios, a menos que pueda usarse para relaciones públicas.

De hecho, las compañías de alimentos y bebidas azucaradas se están volcando, con mucha fanfarria, para reformular y prometer restringir el marketing dirigido a los niños. PepsiCo, el fabricante de sodas y refrigerios Frito-Lay, dijo que iba a dejar de impulsar las ventas de refrescos con azúcar en las escuelas primarias y secundarias de todo el mundo para 2018. Esta fecha llegó y no ocurrió nada. Y aunque la campaña de Obama era voluntaria, alentaba en lugar de obligar y aseguraba a los distritos escolares en los Estados Unidos y en el extranjero que la empresa no seguiría suministrando estos productos. Es increíble que todavía estas empresas mantienen las máquinas expendedoras en las escuelas y permiten la venta continua de bebidas azucaradas de marca como Gatorade y gaseosas como Coca Cola.

Kraft Foods dijo que reduciría el sodio en sus alimentos en un 10% para el 2015. Aunque esto sonó bien en su momento, la empresa todavía tiene un largo camino por recorrer. Los macarrones con queso de Kraft todavía contienen 580 mg de sodio por porción y dos porciones por paquete. Una reducción del 10% lleva 1160 mg de sodio a 1050 mg. La sal tiene un 40% de sodio, por lo que la sal se reduce a 2.6 gramos, aproximadamente la mitad del límite superior de un día para adultos.

Y mientras todo esto sucedía, el Center for Responsive Politics, un grupo de investigación sin fines de lucro centrado en el efecto del dinero en las políticas públicas, señaló que las empresas de sodas y comidas chatarras multiplicaron por diez la cantidad de dinero que gastaban en cabildeo, sin duda para contrarrestar la amenaza de los impuestos a las sodas.

Entonces, la pregunta anterior plantean una repregunta filosófica: ¿le faltó a Michelle Obama el coraje y la valentía para enfrentar de frente a la industria de alimentos procesados?" Todos los enfoques para prevenir la obesidad infantil nos llevan a señalar que el consumo de alimentos enteros, integrales y frescos es el predeterminado. Estos, según lo define la nomenclatura NOVA, son alimentos relativamente sin procesar que no contienen nada artificial. Y se producen de maneras que son buenas para los trabajadores agrícolas, los animales de granja y el medio ambiente, y están disponibles y son asequibles para todos.

Michelle Obama hizo lo políticamente correcto. Llegó a un punto que requiere tanto de muñequeo político como de acciones voluntarias. Quizás al leer recientemente más sobre su campaña en su nuevo libro "The Light We Carry: Overcoming in Uncertain Times", así es como yo lo interpreto. Ciertamente, falta por ver que van hacer las otras primeras damas en los demás países. Definitivamente, prefiero al menos lo que hizo Michelle que ver a las demás metidas en salones de belleza maquillándose y peinándose. ¡Movámonos por la vida!

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