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Desintoxicación cerebral total

Rafael Carles

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En 2016, el biólogo celular japonés Yoshinori Ohsumi ganó el Premio Nobel por su descubrimiento del mecanismo de la autofagia, el proceso que utiliza el cuerpo para eliminar y reciclar los desechos celulares. Hacer este descubrimiento fue fenomenal, pero hacerlo funcionar es fácil y algo que todos podemos practicar.

La autofagia, que significa "autocomerse" en griego, es un proceso que tiene lugar en todas las células y tejidos de los mamíferos. Fue en la década de 1960 cuando los investigadores se dieron cuenta por primera vez de que cada célula puede destruir sus propios componentes. Estos componentes incluyen proteínas y orgánulos dañados, considerados “precursores” de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson y la enfermedad de Huntington.

Las células cerebrales dependen en gran medida de este proceso de control de calidad. Cuando funciona de manera eficiente, la autofagia protege las neuronas y frena el avance de estos trastornos neurodegenerativos. Por el contrario, cuando la autofagia no funciona o es anormal, pueden surgir enfermedades.

Además de destruir células viejas y desgastadas, el proceso de autofagia incluye destruir bacterias y virus, y desechar las proteínas mal plegadas, descomponerlas en sus elementos de aminoácidos y reciclarlas.

Una proteína mal plegada es aquella que se ha vuelto defectuosa y deforme. Una proteína mal plegada provoca enfermedades (http://sitn.hms.harvard.edu/flash/2010/issue65/). Algunas proteínas mal plegadas comienzan a agruparse en agregados. Las neuronas son muy susceptibles a la agregación de proteínas, lo que es un indicio de muerte neuronal. Los expertos creen que los déficits en el proceso de autofagia son probablemente los responsables de la formación de estos agregados.

Para iniciar el proceso de autofagia, lo único que debemos hacer es dejar de comer. Es así como comienza la magia. Cuando comemos, digerimos y metabolizamos, la autofagia se pone en espera: la célula está ocupada de otra manera. Pero cuando ayunamos, se activa la autofagia. Es decir, la restricción de alimentos induce la autofagia en la mayoría de los tejidos.

No hay que morirse de hambre o desnutrirse. Bastará con un ayuno simple y breve. Los seres humanos han practicado el ayuno durante milenios y por numerosas razones, que incluyen la salud, la observación religiosa y la pérdida de peso. En otras palabras, el ayuno es normal para los humanos. Es lo que hicieron nuestros ancestros cazadores, en ausencia de supermercados y una industria alimentaria empeñada en promover snacks a doquier y sin sentido.

Nuestro cuerpo almacena glucosa en el músculo y el hígado, en forma de glucógeno. Este almacenamiento es el equivalente a unas 2 mil calorías. Cuando ayunamos, el cuerpo utiliza este glucógeno para proporcionar energía. La glucosa también se puede sintetizar a partir de la grasa corporal. Después de un ayuno nocturno, el cuerpo comienza a quemar grasa y cetonas, y proporcionan combustible al cerebro en ausencia de glucosa.

El cuerpo no almacena proteínas, por lo que se debe consumir proteína de calidad en cada comida. Las proteínas son cadenas de aminoácidos y cuando se comen, los aminoácidos se utilizan casi de inmediato.
A pesar de no consumir proteínas durante un ayuno, las concentraciones de aminoácidos en sangre y tejidos permanecen más o menos sin cambios. El músculo no se descompone para compensar. Eso es porque después de unas horas de ayuno, “los aminoácidos necesarios son producidos por autofagia”.

Por lo tanto, el proceso de autofagia tiene un papel dual importante: elimina y recicla los componentes tóxicos de la célula, manteniéndola sana, y proporciona al cuerpo proteínas y energía cuando no hay alimentos.

Claramente, la autofagia es un proceso biológico normal y altamente protector. No solo protege contra los trastornos neurológicos: la limpieza del desorden celular es un medio de defensa contra otras enfermedades comunes, incluidas las enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer y la diabetes tipo 2.

En 2019, Mondelēz International, una megacompañía de alimentos procesados de EU, cuya misión es producir snacks y ayudarnos a todos a que los comamos todo el día, publicó su primer informe sobre las tendencias globales de "snacking". Lo que realmente destacó fue el hallazgo de que casi el 60% de los adultos en todo el mundo afirman que ahora prefieren picar muchas comidas pequeñas durante el día en lugar de comer comidas regulares. Esa cifra se eleva al 70% entre los millennials. Estos snacks, según la investigación de mercado, satisfacen las necesidades de los estilos de vida modernos. Y se podría argumentar que también contribuyen a las enfermedades degenerativas modernas.

La alternativa es rescatar nuestras costumbres ancestrales y encender el antiguo sistema de desintoxicación a través del ayuno. Al limpiar el desorden de las células del cuerpo, especialmente las cerebrales, se puede mejorar la memoria y reducir las posibilidades de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson. Incluso podríamos vivir más tiempo. Algo que en estos tiempos no se compra con descuentos, cupones ni libretas de Chico de Oro.

Rafael Carles